
Influencers y la Era del facilismo
Quizás leíste la noticia hace una semana o más, en donde una influencer conocida como Quenlin Blackwell, cuya cuenta de TikTok es @queenblackwell, se dirigió a sus seguidores entre lágrimas, pidiendo por donaciones, debido a que supuestamente había comprado por error un sillón con un costo de 100 mil dólares (unos casi 500 millones de pesos colombianos con el dólar a la fecha).
Con una serie de vídeos pretendía incentivar a sus seguidores a que le envíen dinero o tendría que crearse una cuenta para vender sus fotografías, en una plataforma como OnlyFans. Porque no está supuestamente dispuesta a trabajar de más, para pagar el sofá que solo según ella, inició como una broma poniendo sus datos bancarios.
@quenblackwell I cant inhale.
♬ original sound – quenblackwell
Estos son unos de lo comentarios que se podían ver en el vídeo, con la “dramática escena”:
A esto que podríamos denominar como un fenómeno creciente, se le suma la tendencia a hacer cualquier cosa para convertirse en viral con “contenido” y con ello alcanzar el primer importante peldaño, para ser el nuevo influencer de moda.
Responsabilidad de la audiencia incluso de la audiencia, quienes actualmente solo reclaman inmediatez, contenido ligero, banal y sobre todo, cargado de mucho morbo.
Nace un nuevo influencer
Es la frase usual que se lee entre los comentarios de algún vídeo en una red social de una persona haciendo algo medianamente ridículo o, logrando ser reconocida por alguna polémica, lo que a muchos otros con contenido de calidad les cuenta años o quizás, nunca lo logren con éxito.
Falsas peleas, relaciones sentimentales fake, acciones desesperadas como hacer una broma sin sentido con la pandemia del coronavirus en un avión, hasta el punto de desviar su ruta, al igual que los habituales perfiles autoproclamados influencers, que únicamente evaluando la variable de número de seguidores, se creen facultados para solicitar cosas gratis, con la promesa de tags de ubicación y el @ en sus post e stories, de las marcas que contactan para ese intercambio.
Y en mi gustada sección; “gorrones internacionales” les dejo a Manuela 😂 #BuenasTardesATodos ( con una cuarta parte de mis seguidores ) pic.twitter.com/vbMjzLLZSl
— édgar núñez i magaña (@EdgarNunezM) June 18, 2022
También puedes leer: ¿Por qué ahora todos se autodenominan influencers?
Ese sería otro tema para una entrada, porque desde mi perspectiva no debemos desmeritar el rol de los creadores de contenidos, hablo de aquellos que hacen de ello un trabajo y basan sus métricas en el engagement y en una propuesta de valor, como de fidelización.
Asimismo, es responsabilidad de las marcas que decidan incluir en su propuesta de Marketing Global, una de Marketing de Contenido y de Influencers, no enfocarse en el número de followers, sino en el impacto que tenga este creador de contenido en su comunidad, como la capacidad de respuesta de ésta (fidelización).
Y, además que compartan los valores y sea afín a la marca (no puedes contactar un influencer de comidas cuando tu producto es de moda), estas características podrían ser definitivas en aumentar las oportunidades de conversión.
Aunque en general, los usuarios en una red social, ya no quieren limitarse al rol de consumo, de alguna manera son microinfluencers, que no solo comparten contenido personal con sus conocidos, sino que quieren abrirse a llegar a conectar con otros, soñando de alguna manera con ganarse la vida así. En definitiva, la mayoría aparentemente, quiere ser influencer.
Según estudios recientes, cerca del 67% de usuarios con perfiles en redes sociales, busca recibir algún tipo de incentivo monetarios, por compartir contenido patrocinado, mientras que un 30% se auto percibe como influencer.
Aparte de la proliferación con descripciones en las bio de Instagram, con: “para publicidad contacta al DM”, escribe a este número o contacta a mi manager; denota una necesidad de monetizar, sin ninguna estructura u ofrecimiento claro.
Al fin y al cabo, no todos pueden ser creadores de contenido, no todos llegan a cumplir ese deseo inspiracional, en donde no seas quién persigue a las marcas para un intercambio, son ellas que lo hacen.
Pese a la gigantesca cantidad de personas que lo intentan y creen en el imaginario que en poco se convertirán en la nueva estrella de redes sociales, muy pocas logran ganarse la vida como influencer, las probabilidades se reducen entre tanta competencia, mientras todos intentan hacer lo mismo y muestran su necesidad promocionandose como recurso, en los comentarios de los post de las cuentas verificadas.
Las cifras indican apenas que un 5% en promedio, logra mantenerse, luego de alcanzar algo de reconocimiento. De igual modo, la corona del éxito parece indicar que, se consigue enfocando en la constancia, con contenido creado con la audiencia y sobre todo no teniendo el chip de entrada que lo haces exclusivamente por dinero.
Como lo decía anteriormente, una persona promedio en el ahora, solo conecta con información ligera, debido a tantos estímulos al que se enfrenta y es incentivado. Por tanto, pierde la atención rápidamente.
Muestra de ello, es la forma en la que interactuamos en redes sociales, deslizando entre cada contenido, que se pierde entre miles.
A partir de mediados de la década de los ochentas, cuando se inicia la denominada Era Digital (post moderna), se advirtió lo que el autodidacta, Marco Aurelio Denegri llamó los cuatro ismos del orden contemporáneo: El inmediatismo, el fragmentarismo, el superficialismo y el facilismo.
La digitalidad hizo que el contacto interpersonal se redujera al entorno online, los estímulos que mencionaba antes, limitan la introspección. La Globalización ha permitido estar interconectados a distancias inimaginables en tiempo real, no bastante, nos limitó a que únicamente somos relevantes e importantes de acuerdo a la cantidad de likes y comentarios.
El facilismo, se contempla como la tendencia de lograr un objetivo que te permita destacar y poseer poder inmediato en la actualidad. Lograr resultados efectivos, sin mucho esfuerzo, inversión de tiempo y por supuesto reduciendo la calidad de lo que se ejecuta de forma simple y sin sacrificio.
Porque asimismo, la percepción de la audiencia en limitados grupos, muestra interés por acciones que significan lo contrario. En su mayoría las personas adolescen, lo banal, vulgar y con respuestas de sentido común.
El interés por el análisis, la construcción de opinión y mucho menos por investigar es nulo.
No hay duda, la Era Digital ha promovido que el éxito es sinónimo de status virtual, sin embargo gracias a ella, estoy escribiendo aquí acerca de ello.
Ya sabes que puedes dejar tus comentarios en la parte de abajo, ¡no puedo esperar para interactuar con ustedes!